martes, 29 de enero de 2008

El Murcia no quiere tener líder

En estos momentos de bajón por los que atraviesa el Real Murcia, uno echa en falta la figura de un futbolísta que lleve los galones del equipo, que empuje a sus compañeros hacia la victoria, que sea el líder indiscutible sobre el terreno de juego y la voz del entrenador para con sus compañeros. Esa figura, aunque suene basto y fuera de lugar, es el jugador que se deja los cojones en el campo, un guerrero nato, que no para de correr hasta que no le queda respiración.


Llevo ocho años como abonado del club grana, y en estos ocho años he visto grandes líderes murcianistas defendiendo ese centenario escudo. Durante mis tres primeros años, el jefe supremo del equipo era José Luis Rodríguez Loreto. No era en absoluto el más rápido, ni el más técnico, ni el más ingenioso... era simplemente el que más sudaba, el que lo daba todo hasta el final para lograr la victoria. Loreto contagiaba a sus compañeros y a la grada de su garra y su coraje. Era el típico jugador que en los últimos minutos, con el marcador en contra, después de haberse matado durante el encuentro, esprintaba hacia donde estuviese el balón para que el portero rival no perdiese tiempo al sacar de puerta. Loreto llegó sin hacer ningún ruido al Murcia, justo antes de empezar la fase de ascenso a Segunda A en el 2000. Venía de hacer una temporada horrible en el Cádiz, habiendo anotado un solo gol. Pues en los cinco partidos que disputó de fase de ascenso, Loreto marcó cuatro goles. Desde ese momento, ya era un ídolo para todos nosotros. Su constancia hizo que esa idolatría continuara hasta su marcha. Loreto cogió al Murcia en los pozos de Segunda B y lo dejó en la gloria de Primera. Un ejemplo de sacrificio que nos marcó a todos, de hecho, tengo una camiseta con su nombre, que luciré siempre orgulloso.


Tras la marcha de Loreto en 2003, el Murcia necesitaba otro líder, otro centurión. Y lo encontró en la Pampa. José Luis Acciari llegó a La Condomina en el mercado de invierno del año 2002, procedente del Atlético Almagro, un equipo desconocido de Argentina. Si desconocido era el equipo, más lo era el jugador. Nos dijeron que era un medio destructor, poco más. No nos avisaron de la que nos venía encima. Acciari se hizo nada más llegar con un sitio en el centro del campo pimentonero, del que no salió hasta que una gravísima lesión en 2006 le truncó la trayectoria. Era lo más parecido a Simeone que he visto nunca. Un aunténtico ladrón de balones, que además, sabía repartirlos con criterio. Un jugador que se entregó a muerte al Real Murcia, convirtiéndose para absolutamente todos los murcianistas en su máximo representante. No daba una pelota por perdida, cortaba la mayoría de los avances del contrario y, además, era un excelente rematador de cabeza. No era un goleador, porque su posición en el campo no se lo permitía. Pero dos goles suyos cambiaron la vida al Real Murcia. El año de su llegada, el Murcia se encontraba en la parte baja de la tabla de Segunda. Llegados al último partido de la temporada, los granas tenían que ganar al Jaén en la Condomina para salvar la categoría. El partido estaba complicado, pero un gol de medio chilena de Acciari encarriló el triunfo y la salvación del Murcia. Un año después, la situación era justo la contraria. El Murcia se estaba dando un paseo triunfal por Segunda, era líder destacado... pero había que culminar el ascenso. 1 de Junio de 2003; Estadio de La Condomina; Real Murcia - Levante; Jornada 38; 12h. Nuestro campo se vistió de grana, La Redonda esperaba una celebración... y Acciari lo certificó. Corría el minuto 46 de partido cuando Ismael saca un córner en corto hacia Tito, éste se la devuelve e Ismael centra. Acciari, más listo que nadie, se va al primer palo, peina el balón y marca el 1-0 definitivo que dio el ascenso a Primera 14 años después.
Acciari marcó una época en el Murcia. Estuvo a punto de irse en 2004, pero la imposibilidad de encontrar un recambio permitió que conserváramos al que era, para mí, el mejor jugador del Mundo en su puesto. Pero una maldita lesión en la rodilla en un partido contra el Ciudad le tuvo 9 meses en el dique seco. Eso sí, para demostrar su poderío y su afán de superación, el jugador siguió jugando ese partido, hasta que fue injustamente expulsado. Curioso fue el destino de Acciari, que retornó al equipo el día en que celebrábamos otro ascenso a Primera, en Ponferrada, en Mayo de 2007. Pero la lesión no permitió que volviésemos a ver a Acciari en el Murcia. Alcaraz decidió cederlo al Córdoba (vaya suerte han tenido), a pesar de no tener otro jugador de sus características sobre el campo.
Estos días de mercado se está hablando de que si el Murcia está buscando un medio defensivo para reforzar la plantilla. Que si Keita, que si Djemba Djemba... ¿Quién coño son esos tíos? Tenemos a Acciari en el Córdoba, fácilmente se podría repescar. Él, murcianista como el que más, vendría encantado. Ojalá vuelva el que es el mejor jugador que he visto con la elástica centenaria grana.

Una vez se dio la salida de Acciari, el Murcia necesitaba otro líder, y ya lo tenía en sus filas. Iván Alonso se ha convertido, por méritos propios, en el sucesor en el papel de líder de Acciari. Después de hacer unas maravillosas temporadas en el Alavés, llegando a jugar y a marcar en la final de la Copa de la UEFA de 2001, su equipo se vio sumido en una crisis que supuso el descenso de categoría. Iván apostó por el Real Murcia, que acababa de bajar de Primera, un año después de que su equipo hiciera lo propio. Y como Loreto, como Acciari, se deja las pelotas en cada partido, corre como el que más, siente los colores, engancha a la afición con su coraje. Es un jugador que pasó de estar entre los grandes en 2001 a volver al sucio suelo de Segunda para liderar a un equipo hacia Primera. Y vaya si lo lideró. Tanto como que marcó el gol que nos dio en bandeja el ascenso contra la Ponferradina. Su entrega y sus ganas de ganar ya le habían encumbrado como líder, pero ese gol supuso que fuera un ídolo para la afición. Este año ha recaído sobre él la responsabilidad de tirar del carro en Primera. Es un reto difícil, más aún cuando Alcaraz no está contando mucho con él. Pero cada vez que ha jugado ha rendido a un nivel muy alto. Pero esos partidos en los que no ha jugado, se ha visto a un equipo sin mordiente, sin ganas, sin alguien que tire de ellos. Esta situación se vio perfectamente en el partido contra el Levante. Con él en el campo el Murcia tenía fervor, tenía hambre y rapidez. Además, marcó el gol que adelantaba a los locales. Pero una vez fue sustituido por Íñigo, el equipo se vino abajo, sin tener una referencia arriba. No, por mucho que se empeña Alcaraz, Pablo García no es un líder, ni mucho menos. Además de que no transmite nada a la afición, su rendimiento no está acompañando. Y no me gusta nada que le den el brazalete de capitán, habiendo en el equipo jugadores más veteranos como Peña o Notario.
En fin. Hay algunos que dicen que Iván Alonso es un defensa que juega de delantero, por los numerosos balones aéreos que saca en el área, a pesar de no ser muy alto, y por su lucha. Sea como sea, Iván es un líder y debe jugar siempre, cuando no está, el equipo se viene abajo y se nota en los resultados.

PS: Siempre he creído que el jugador más veterano que esté sobre el terreno de juego debe ser el que lleve el brazalete de capitán, pero casos como estos jugadores me hacen dudar. Estos tres deberían haber llevado el brazalete siempre, siempre.

2 comentarios:

Pressman dijo...

Sí señor, toda la razón. A este Murcia sin rumbo le hace falta un timón, un Iván Alonso que enganche a la grada. No es el mejor, pero joder, es que me emociono con sólo verle morir por el escudo. Y eso que es uruguayo y no de, yo que sé, Espinardo o el Bº del Carmen.

Jesús Garrido dijo...

Ninguno de los tres es murciano. No hace falta ser de la ciudad de la que es el equipo para morir por él. Todo equipo necesita un líder: el Madrid tiene a Raúl, el Barça a Puyol, el Manchester a Scholes...