La vida, aunque parezca un tópico, suele dar muchas vueltas. Eso me pasó a mí al elegir qué quería hacer en mi vida. En un principio, a la temprana edad de ocho o nueve años soñaba con ser policía, bombero o astronauta (como casi todos los críos). Unos pocos años después, por lo mucho que me interesaban los ordenadores y el futuro que iban a tener en un futuro muy próximo y, por qué no decirlo, por lo bien pagado que estaba, decidí que quería estudiar la Ingeniería de informática, pero unas frustrantes notas en matemáticas y física me hicieron replantearme mis intenciones de futuro.
Tuve también mi “época heroica” cuando quise alistarme en las Fuerzas Armadas y algún día, si es que llegaba ese día, defender a mi Patria. Y no fue una simple ocurrencia que no quedó en nada (bueno, al final sí) sino que me informé seriamente de cómo entrar en las FF. AA. y conseguí folletos con información de los ejércitos de tierra, mar y aire. Supongo que en gran medida me vi influido por la reciente graduación de un primo mío en el ejército del aire y de lo contento que estaba de haberlo conseguido. Estuve bastante tiempo convencido de ello y me planteé incluso no llegar a la universidad, es decir, terminar el Bachillerato y enrolarme en el ejército de tierra. Pero, al final, después de tener una charla con la orientadora de mi colegio, Jesús-María de Murcia, en la que me dijo que lo que más se reclamaba en las Fuerzas Armadas eran ingenieros, científicos y demás carreras de “ciencias”, las cuales, como quedó demostrado poco antes, no eran mis favoritas. Además, hoy en día un militar no suele tener un sueldo alto ni un trabajo estable, ni entra en combate, que es lo que me interesaba. Por lo que intenté encontrar otras formas de ayudar a mi país, buscando desde donde surgen los problemas, en la vida política y en las decisiones de los sucesivos gobiernos.
Desde entonces la política despertó en mí un gran interés y se convirtió en mi gran pasión, que hoy aún perdura. Esta definitiva inclinación hacia la política me ocurrió a los 15 o 16 años, sobre todo tras los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Madrid, que me marcaron, creo, para siempre. Mi primera idea fue la de estudiar la Licenciatura de Ciencias Políticas y de la Administración en Madrid, al no estar en ninguna de las universidades de Murcia, con la intención de estar algún día en un Parlamento, ya fuera el murciano o el nacional. Pero me di cuenta de que no hace falta estudiar esa carrera para dedicarse a la política de lleno, ya que muchos de los “políticos” de hoy en día son o abogados o economistas o cualquier otra cosa.
Así comencé a seguir casi todos los días los telediarios y, en menor medida, los periódicos y la radio para informarme de todos los acontecimientos que sucedían en la vida política de España y del resto del mundo y pensé: “yo quiero ser uno de esos periodistas que siguen más que nadie la actualidad política y se la cuentan a aquellos que más necesitan saber de ella, los ciudadanos de mi país”. Es una forma de ayudar a mis compatriotas y a mi país en general que, básicamente, es lo que yo quiero, aunque pueda sonar absurdo.
En definitiva, no sé si acabaré ejerciendo mi profesión, porque conozco casos de gente que ha estudiado periodismo o cualquier otra titulación y ha acabado haciendo algo que no tiene nada que ver, pero, si tengo algún día la oportunidad espero no dejarla pasar y aprovecharla para cumplir mi objetivo y, bueno, ganarme el pan de cada día.